Paseo por Madrid y alrededores

Realmente debía esto desde hace tiempo, pero no tuve mucho tiempo. Nada, acá está.

Jueves

El jueves nos fuimos de Holanda. Germán salía más tarde, ya que se quedaba en Europa de vacaciones, pero Estela y yo nos teníamos que tomar el avión a Madrid a las ocho y media de la mañana. No parece muy temprano, pero tengan en cuenta que teníamos que viajar hasta el aeropuerto y estar allí dos horas antes.

El vuelo hasta Madrid fue sin novedad: el mismo servicio de porquería que el anterior y dormí casi todo el viaje. Cuando llegamos a Madrid me fui por mi lado porque Estela seguía camino a Buenos Aires, pero yo me quedaba allí. Busqué la valija (tardó bastante en salir) y fuí hasta la "Consigna", que es como llaman en España al lugar donde están los lockers para dejar el equipaje. Dejé allí la valija y la laptop; me quedé solamente con la mochila, donde tenía todo lo necesario para los cuatro días en Madrid.

Siguiendo instrucciones de Javier fui hasta el metro y compré un boleto de 10 viajes, que es bastante más barato que comprarlos de a uno. Me tomé el metro, hice las combinaciones necesarias (me subí en la linea 8, luego combiné con la 10 y luego con la 1) y me bajé en la estación Sol, a tres o cuatro cuadras de la Plaza Mayor. Fui hasta allí a buscar la oficina de turismo, donde me entregaron un mapa de Madrid, una revistita con la movida turística/cultural, y una lista de hostels (tambien mal llamados "albergues juveniles").

A uno de estos hostels fui, y como me gustó la onda que tenía, me quedé allí. Me asignaron una habitación de cuatro; mis compañeros eran un inglés que se fue a Australia de chico y ahora a los 50 años estaba haciendo el viaje de su vida por Europa (3 meses de paseo), una chica israelí que había estado paseando por Argentina con el hermano, y un muchacho de no me acuerdo cual ciudad cercana a Madrid, que estaba paseando un poco. El hostel tenía un gran baño (mixto), y algunos chiquititos individuales. La cocina tenía dos heladeras, tele, horno, hornallas, microondas, pileta, tostador; en resumen, bien equipada (a mi lo que más me importaba era poder calentar agua para el mate). Sorprendente la cantidad de argentinos que había en ese albergue (alrededor de un 10% de los hospedados más uno que trabajaba allí).

Luego de acomodarme y medio vaciar la mochila en un locker, me fuí a caminar un poco por Madrid. Plaza Mayor, Puerta de Toledo, diferentes hitos turísticos fueron los puntos visitados. Volví luego al hostel, me bañé, y me fuí para el Fnac, que es una especie de centro comercial, en cuyo piso de libros (el cuarto) me iba a encontrar con Javi. Lo esperé allí mientras hojeaba libros y revistas, y cuando vino nos fuimos a pasear.

Plaza Mayor

Fuimos a los jardines reales, donde recorrimos poco porque ya estaba oscureciendo, y pasamos por la Catedral de Almudena. Luego de caminar un poco por las cercanías decidimos ir a comer. Yo sabía que en Atocha había unos lindos lugares que parecían bien "locales", y Javi estuvo de acuerdo con ir a comer allí (a uno que conocía él, que es un clásico). En lugar de tomar por avenidas, caminamos por las callecitas internas de la ciudad, que al estar en una zona curva nos complicaron bastante la vida (¡cada cuatro o cinco cuadras debíamos consultar el mapa!). Finalmente llegamos y comimos unas rabas que estaban un montón.

Seguimos paseando luego, plaza del Neptuno, Cibeles, Palacio de las comunicaciones, etc, y finalmente decidimos volver al centro de la ciudad, para encontrar un lindo lugar donde comer o tomar algo. Termiamos en un barcito que estaba lindo, yo tomándome unas "cañitas" (vasitos de cerveza tirada) y Javi un refresco. Ya era tarde, y como yo estaba molido por el largo día, y Javi al otro día trabajaba, nos fuimos a dormir.

La Cibeles

Viernes

El viernes me levanté tempranito, y desayuné en la cocina del hostel, calenté agua para el mate, y salí a caminar. La Biblioteca Municipal, el Colón, la Biblioteca Nacional. Este fue un día más de interiorizarme en la ciudad. Caminé por lugares no tan turísticos (básicamente donde no hay mucho para ver más que la ciudad misma), me senté en varios puntos de la ciudad para ver pasar la gente, etc.

Más tarde, y luego de averiguar por reproductores de mp3s en varios lugares, volví al hostel para bañarme. Javi me pasó a buscar por allí y salimos nuevamente a caminar. El quería merendar, pero como caminábamos y caminábamos para encontrar un lugar, se hizo tarde, y decidimos entrar a un negocio de comidas rápidas árabes para comer algo.

El Oso y el Madroño

Seguimos paseando, y como hacíamos a tiempo para llegar antes de que cierre, nos fuimos hasta un centro comercial de las afueras, donde finalmente me compré el bendito reproductor. Notable la diferencia de alturas que hay entre el centro de Madrid y sus afueras: para llegar al centro comercial viajamos en subte. En la estación que lo tomamos bajamos tres escaleras mecánicas laaaargas, más algunas pequeñas escaleras normales. Pero cuando el subte llegó a la zona periférica de la ciudad, ¡salió a la superficie! (consideren que el subte no va subiendo y bajando mucho en su recorrido, sino que más bien se mueve en un plano).

Luego de salir del centro comercial teníamos hambre, pero decidimos volver primero al centro de Madrid y comer allí. Esta vez elegir un lugar fue fácil: fuimos a un Vips. El problema fue elegir cual Vips, ya que en el primero que fuimos había mucha gente, y enfilamos para otro. En el segundo había más gente que en el anterior, con lo que seguimos caminando. Finalmente llegamos al tercero, y comimos allí.

Para continuar la noche decidimos buscar un bar donde tomar algo, y comenzamos a caminar. Pasamos por distintas zonas donde habían distintos tipos de movidas, pero no nos quedamos en ninguna. Se iba haciendo tarde, pero nosotros seguíamos recorriendo Madrid, hasta que encontramos un botellón (un montón de gente que se reúne al aire libre, en una plaza, por ejemplo, y lleva sus propias bebidas, música, etc; están un poquito prohibidos (EDITADO: la url no existe más), pero igual se hacen), y nos quedamos allí un muy buen rato, hasta que volvimos a una avenida cercana donde nos separamos y nos fuimos a dormir.

Sábado

Me volví a levantar temprano, pero no tanto. Desayuné, calenté el agua para el mate, y salí para la casa de Javier. Metro, una combinación, y ya estaba en su barrio. Seguí el mapa que habíamos hecho la noche anterior y llegué sin problemas.

Conocí entonces a las compañeras de piso de Javi: Patricia, con su hija, y dos chicas más que no me acuerdo los nombres. Javier tiene una pieza y un baño que usa él sólo, pero son amplios y cómodos. Probamos entonces el reproductor de mp3 en la computadora, y me quedé tranquilo porque funcionaba todo ok, contento porque al usarlo me gustó aún más el producto, y encima salí ganando porque Javi me pasó un CD que no conocía, pero que está bueno, especialmente las letras. No coincidimos mucho con él sobre los gustos musicales, pero sí en este caso.

Salimos entonces a pasear. Nos tomamos un colectivo hasta cerca del intercambiador de la Avenida de América, en dónde nos tomamos un micro de media/larga distancia para viajar hasta Alcalá de Henares. Cuarenta minutos de viaje, pero como íbamos charlando y el paisaje estaba bueno, se pasó enseguida. Llegamos como a las dos y media de la tarde, y por supuesto la principal preocupación fue comer, así que estuvimos un buen rato buscando un lugar que nos gustara. Al final lo encontramos y comimos (muy bien, por cierto).

Alcalá de Henares

Luego seguimos paseando, pasamos por la oficina de turismo, y con mapa en mano enfilamos para la Universidad de Alcalá, donde contratamos un paseo en la que una guía turística nos fue explicando cosas muy interesantes sobre la historia de la Universidad. Realmente recomendable.

Después del paseo volvimos a la plaza principal, donde se estaba armando una movida interesante: el 2005 es el cuarto centenario de El Quijote, y la ciudad de Alcalá, cuna de Cervantes, está como de fiesta todo el año. Así que "conocimos personalmente" a Cervantes, el Quijote, y hasta al mismísimo Sancho Panza. Durante toda la noche fueron proyectando informaciones e imágenes varias en la plaza, y en otros edificios de la ciudad proyectaban... ¡directamente el Quijote! No es para leerlo en un día, pero un poquito cada noche...

Seguimos caminando por la ciudad, caminando y caminando, hasta que decidimos detenernos en un lugar a tomar algo, y luego gracias a gente del lugar llegamos a un pub que estaba muy bueno, donde pasaban rock. Estuvimos allí escuchando música hasta que comenzaron a pasar por la tele el incendio del edificio Windsor. Entonces salimos preocupados, temiendo que haya sido un atentado (luego nos enteramos de que había sido "solo" un accidente), y nos tomamos el micro de vuelta.

Ya en Madrid nuevamente nos tomamos un nocturno (un colectivo, bah, pero los que pasan a la noche se llaman así y tienen otro recorrido), que nos acercó a ambos, pero a distintos puntos, y nos fuimos a dormir.

Domingo

Ya el domingo me levanté a cualquier hora (bah, las diez y media, pero luego del límite para desayunar). Me bañé, cerré mi estadía en el hostel, calenté agua para el mate y me despedí de la gente de allí.

Cuando salí a la calle, lo llamé a Javi y arreglamos para encontrarnos a la una en la esquina del Museo del Prado. Tardó un poquitito de más (ejem...), pero finalmente llegó y entramos al museo (los domingos es gratis, :)

Comenzamos a recorrer las obras (¡descubrí a Velázquez!), hasta que llegó Mariela, una amiga de Javi. Seguimos recorriendo, ahora los tres, hasta que el hambre fue más fuerte que el interés artístico, entonces nos fuimos (aunque primero pasamos, por recomendación de Mariela, por el tríptico "Jardín de las Delicias" y por "Los Siete Pecados Capitales", de El Bosco).

Vista del jardín de la Villa Médici en Roma, por Velázquez

Comimos, y luego fuimos a pasar por los Jardines del Retiro, un gran parque en el que nos refugiamos a la búsqueda de sol, ya que la temperatura ambiente era cada vez menor. Estuvimos paseando por allí, disfrutando de algunos artistas callejeros, tomando sol, etc., hasta que comenzó a atardecer.

Luego nos tomamos un café (bueno, yo lo tomé, la idea era comer un brownie, al que buscamos por cuatro lugares distintos, entrando, sentándonos, saliendo a buscar otro, etc.; Javi se tomó un helado y Mariela sólo el brownie). Luego Javi me acompaño a tomar el avión, y asi terminaron unos cuatro días bastaaante ajetreados en Madrid.

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