Durante las vacaciones de invierno nos hicimos un piccolo paseo por el sur. La vuelta era Piedra del Águila (la mayor cantidad de días en un lugar), luego Bariloche un par de días, rebotar en Villa La Angostura y Junín de los Andes, y ya volver.
Por las dudas, cargamos en el auto las cadenas para andar sobre nieve, por si las necesitábamos... ya que las teníamos las llevamos, ¿no? Las habíamos comprado cuando fuimos a Mendoza hace un par de años y estaban ahí, listas para ser aprovechadas. No esperábamos tener que usarlas sí o sí porque nos habían dicho que el invierno venía raro en el sur, incluso hubieron muchas cancelaciones en los hoteles porque no había nieve, pero mejor prevenir que curar.
Llegamos a Piedra del Águila sin problema. Ya fue atípico que el tercer día llovió un montón, pero no pasó de tener que lidiar con barro. El 25 de Julio salimos para Bariloche. Habíamos escuchado que iba a llover todo el día en la ruta, quizás nevar, pero no le dimos demasiada importancia.
Se complicó el viaje.
A la horita de arrancar empezamos a ver más y más nieve al costado de la ruta. Y nevaba, al principio poco, luego más intenso. En un momento vemos que la gente frena y empieza a ponerle cadenas a los autos. Nosotros no sabíamos que hacer, ¿era realmente necesario? Afuera nevaba bastante, hacía frío, y estábamos en la mitad de la ruta... y en verdad el pavimento estaba re bien para circular, ¿en algún momento se iba a poner denso? Entonces, nos repetimos, ¿era necesario poner las cadenas?
En un momento tomamos la decisión de que sí. Me bajé del auto, me abrigué, saqué las cadenas... Nevaba mucho, hacía frío. Felu se bajó también. Moni también pero la mandé de nuevo al auto porque ella ya traía una gripe, no hacía falta que tomara más frío. Con Felu leímos las instrucciones, tratamos, no pudimos. Se mojaba el papelito de las instrucciones, creíamos entender lo que había que hacer pero no podíamos seguir los pasos indicados.
Vimos que los autos se habían movido, nos subimos e hicimos unas cuadras más. Otra gente poniendo cadenas. Me bajo y pregunto, no sabían bien cómo. Uno de más adelante sí sabía, nos mostró. Volvimos, traté y traté. Pero no podía, o estaba haciendo algo mal o había un problema con las cadenas. No llegaban a enganchar como "deberían", parecían chicas.

Reviso la caja, ¡y encuentro que las cadenas no correspondían con nuestras ruedas! Me meto en el auto puteando, cagadísimo de frío, y con Moni nos dimos cuenta que esas cadenas las habíamos comprado para el Stepway, que es con el que fuimos a Mendoza! Claro, la Taos tiene ruedas más grandes. Bueno, perdidos por perdidos, decidimos seguir viaje hasta que nos digan que no podemos seguir y nos manden de vuelta.
Muchos quilómetros yendo despacio (a paso humano, 20km/h como mucho), algunas partes con nieve pero "planas", sin riesgo real, aunque una vez frené y el auto resbaló como medio metro. Me dio cagazo, mantuve más distancia al próximo auto, aunque íbamos a súper lentos. Al final estuvo todo bien, y el viaje duró como seis horas, pero siempre la duda era "si en unos kilómetros más adelante iba a estar demasiado complicado para seguir". Tampoco vimos ningún accidente de otros vehículos, aunque había un camión volcado en la banquina y un auto chocado pero parecía un accidente del día anterior, y sí vimos en la otra mano un camión que se había quedado "estancado" porque resbalaba en hielo y no podía traccionar para arrancar.
Pero llegamos sin mayor inconvenientes al lugarcito que alquilamos en Bariloche. Era en las afueras de Bariloche, como subiendo un poco desde Avenida de los Pioneros, una vista hermosa.

Al otro día a la mañana nos levantamos temprano y apenas desayunamos unos mates porque el plan era tomarnos el teleférico para subir a la confitería del Cerro Otto y desayunar allá.
El auto estaba bañadísimo de nieve, pero arrancó bien. Lo sacamos del lugar y lo bajamos a la calle, pero ahí me di cuenta que la misma estaba toda nevada, y con nieve compacta... ¡hielo! En algunas partes apenas se podía caminar, y encima teníamos que tomar la decisión de si bajábamos a Pioneros por el lado que el auto apuntaba (que sabíamos que era una bajada más complicada) o hacíamos la maniobra de darlo vuelta y bajar por el otro lado que la pendiente era más gentil.
Decidimos lo segundo, pero en vez de darlo vuelta ahí que no teníamos espacio, hacer marcha atrás unos cuarenta metros (en subida) hasta una especie de estacionamiento que íbamos a tener lugar para la maniobra. Empezamos, pero no llegamos... en un punto las ruedas delanteras resbalaban y no traccionaban. Como el auto se me empezaba a ir para los costados, decidí traccionar para adelante y volver a donde habíamos salido, que podía quedar estacionado.
Charlé con un vecino que estaba moviendo nieve, y con otro que justo pasaba. Me dijeron que hacía bien en no salir por la bajada "complicada", iba a ser imposible. La otra quizás zafaba, pero si nunca había manejado en hielo, que ni lo intente. Ok, cadenas. ¿Dónde compro cadenas? Me recomendaron una ferretería que seguro tenía, que estaba cerca de un "centro comercial" a unas veinte cuadras de distancia. Yo había hecho ese trecho la tarde/noche anterior, para hacer unas compras, con buena parte nevando y todo, así que me animé a un plan B: voy a comprar cadenas, vuelvo, las ponemos, y listo. La familia decidió acompañarme.
Empezamos a caminar, e hicimos la bajada "complicada"... la cual estaba complicada incluso para caminar! Nos caímos una vez cada uno, mínimo, y Moni se golpeó feo la mano. Cuando llegamos a Avenida de los Pioneros justo vemos una camioneta viejita bajando por esta bajada! Pero iba medio traccionando, medio resbalando. Nos protegimos en unos autos por las dudas y esperamos que termine de bajar; cuando llegó a la zona segura Felipe aplaudió y todo. Ahí yo veo que apunta para el lado que teníamos que ir nosotros, le hago seña al pibe, le explico en qué estábamos, y accedió a llevarnos :). Resulta que el pibe bajaba la camioneta con la doble tracción y así y todo se le complicó! Nosotros no teníamos chances.

Nos dejó en la esquina de la ruta, caminamos dos cuadras y estábamos en la ferretería. Conseguimos las cadenas, y de paso compré una especie de líquido que se le podía poner a las ruedas para mejorar la tracción (también me lo comentó uno de los vecinos con el que hablé antes), pero más que nada para las suelas de las zapatillas de Moni a las que se le pegaba el hielo y resbalaba un montón. A todo esto, Male tenía mucha hambre y Moni estaba dolorida de la mano, así que les ofrecí a todes que se quedaran desayunando que yo caminaba de regreso y ponía las cadenas. Ellas accedieron, Felipe se vino conmigo.
Caminamos un rato largo, subimos "la bajada complicada", llegamos al auto. Y empezamos a tratar de poner las cadenas según lo que nos había mostrado el tipo de la ferretería (más lo que decía el manualcito, más lo que habíamos aprendido en la ruta). Traté con una de las ruedas, no había caso, me quedaba siempre corta. Intenté con la otra (por si había hecho los pasos iniciales mal) y me pasaba lo mismo. Evidentemente no iba a funcionar.
A esa altura el sol había salido, habían pasado un par de horas desde el arranque inicial, y la calle estaba mejor. Entonces fuimos con el plan C: tratemos de llevar el auto (sin cadenas) marcha atrás como la vez anterior hasta ese pequeño estacionamiento, darlo vuelta, y ver qué hacíamos. Llegamos, pero ahí perdí un poco el control, el auto se iba de costado. Decidí meterlo en ese estacionamiento, y ahí se me ocurrió el plan D: ponerle a las cuatro ruedas el líquido ese para mejorar la tracción, e intentarlo de nuevo.
Pude dar vuelta el auto, y los primeros cincuenta metros de calle que eran subiendo no tuvimos problema. Luego vino una curva medio fea, pero estuvimos bien. Y luego otra con una bajada empinada posterior... donde perdí el control del auto.
Sí, perdí el control del auto.
Es horrible la sensación, no podés hacer nada, el auto va para abajo por la pendiente y sólo sos un pasajero sin poder decidir nada. Obviamente girás el volante y no responde. Yo "bombeaba" el freno, intentando recuperar tracción (el ABS no llega a funcionar, creo que por la corta distancia). Algo de eso pude, y medio lo terminé llevando a una zona sin hielo antes que tome demasiada velocidad. Zafamos. Nos quedaba un trecho. Otra vez perdí apenas el control, el auto no es que siguió tanto pero se empezó a cruzar en la calle (las ruedas de adelante frenaron pero las de atrás no). Encima más adelante venía subiendo un muchacho. Cuando vi que ya se había ido para otro lado, volví a mover el auto, y terminamos llegando a la parte final de la bajada que era todo barro, sin hielo, y ahí no tuvimos más problema.
Fuimos a la ferretería, donde encontraron que esas no eran las cadenas que correspondían! Porque la camioneta blah blah, y que el rodado bleh bleh. No sé, a mí me parece que todas las "215/55 R 18" son iguales, no entiendo cómo si la cadena dice que la soporta después son chicas. Sí entiendo que si es una SUV, las cadenas tienen que ser más robustas, porque el vehículo pesa más. El vendedor terminó encontrando las que iban, y las puso en una rueda, y ahí aprendimos bien cómo era la técnica. Pero después las sacamos, porque para andar por ahí no se necesitaba y puede ser que se calienten y se corten si se usan sobre asfalto (en realidad se ven un montón de autos que van con las cadenas en el asfalto así que algo aguantan, pero también he encontrado cadenas cortadas en la banquina en esas caminatas que mencioné).

A esta altura Moni y Male habían vuelto a la ferretería. Fuimos al teleférico (aunque ya era como la una de la tarde), pero habían cerrado el servicio porque había mucho viento. Decidimos ir a pasear un poco al centro, y almorzar. Encontramos medio de casualidad un lugar donde comimos bárbaro, y después salimos a caminar por ahí. Aunque había empezado a nevar de nuevo, paseamos por el centro, fuimos a la costa del lago, centro cívico, etc.
Pero apuramos el paseo: por un lado nevaba mucho y hacía un frío bárbaro, por el otro yo quería llegar "a la subida" con luz para poner las cadenas. Eso estuvo bien, la macana que el único lugar para parar el auto era sobre el barro, así que terminé bastante enchastrado con toda la operación. Lo bueno es que con las cadenas (así y todo puestas por mí en mi primera vez) funcionaron bastante bien y tuvimos buena tracción en toda la subida hasta llegar al hospedaje.

Al otro día la temperatura levantó un poco y las calles estuvieron mucho mejor, no hizo falta usar cadenas! Incluso al volver a la cabaña me tiré a hacer la subida así nomás y estuvo todo bien.
Pero luego empezó a nevar y bajó un poco la temperatura. Al otro día a la mañana, el día que nos íbamos, las calles estaban complicadas de nuevo. Salí a ver un poco, charlé con unes vecines, y la verdad que estaba en el límite. Me dijeron que la municipalidad había tirado arena y sal, pero que salir sin cadenas era un riesgo. Quizás zafaba, quizás no.
Fui a lo seguro. Mientras la familia terminaba de armar sus bolsos, le puse las cadenas. Luego del checkout, nos fuimos y el auto se comportó bárbaro. Terminamos la bajada y le saqué las cadenas, y ya las guardé para el resto del viaje, porque luego los próximos días (incluso el viaje y estadías en Villa La Angostura y Junín de los Andes) tuvimos mucha lluvia pero con temperaturas de uno a cinco grados, así que nada de hielo.

Conclusión, a modo de consejo: hay que tener cadenas. Compralas antes del viaje, con tiempo. Y ponelas en la tranquilidad de tu casa, entendé cómo hacer para que queden centradas, avanzá el auto dos metros y re-tensalas, etc. Luego las guardás y esperás no tener que usarlas nunca :)
Ah! Mini consejo extra: está buenísimo tener un par de guantes de trabajo en el auto para cuando necesitás hacer estas cosas...