Durante las vacaciones de invierno nos fuimos en familia a pasear por Mendoza. No las dos semanas, porque Moni no tenía los días en el laburo, pero pudimos coordinar, ajustarnos, y hacer ocho días.
Salimos un viernes y viajamos derechito a San Rafael, donde nos quedamos un par de días. El martes siguiente viajamos a Potrerillos, donde estuvimos hasta el sábado, que volvimos.
Los viajes "largos" los hicimos en un sólo día, que no es lo que acostumbramos cuando vamos tan lejos: normalmente paramos una noche en un punto intermedio. Pero esta vez quisimos probar como era hacer el viaje "de un tirón", aprovechando que les chiques no son tan pequeñes, y teniendo en cuenta que podíamos aprovechar mejor los pocos días de vacaciones que teníamos. Es realizable, pero el invierno no es la mejor época para esos viajes tan largos, porque al anochecer temprano tuvimos un montón de horas de manejo ya siendo de noche (especialmente al final del día, donde estamos más cansades para manejar).
Durante los días que estuvimos en San Rafael y Potrerillos hicimos un montón de actividades, aunque también un poco de fiaca en el hotel y la cabaña, porque la idea también era descansar un poquito :)
La primer mañana en San Rafael luego del viaje arrancamos para el Laberinto de Borges, un actividad que estuvo bárbara, no sólo por el laberinto en sí sino que almorzamos ahí, habían juegos, etc. La tarde de ese día la pasamos en un parque infantil que hay en el centro de la ciudad y paseando por una feria artesanal.
El día siguiente lo aprovechamos entero para hacer el Cañón del Atuel, un paseo que se hace largo si se lo aprovecha yendo despacito y parando varias veces.
El lunes arrancó lluvioso y muy neblinoso, tanto que no se veían las montañas desde el hotel. Decidimos hacer paseo "indoor": fuimos a conocer la aicetera Yancanelo y hacer el paseo interno donde te cuentan la historia, cómo se fabrica, etc. Estuvo genial, cien por ciento recomendable. Felu le hizo 3856 preguntas a la guia y se las explicó una por una, ¡un lujo!
Aunque a la tarde despejó un poco y mejoró el clima, todavía no estaba para hacer unas actividades que queríamos (cabalgata y tirobangi), así que basados en el pronóstico las pospusimos para el otro día antes de viajar (mala decisión) y pasamos la tarde descansando en el hotel :)
El martes también amaneció muy neblinoso, así que tuvimos que cancelar el plan de actividades antes del viaje; cargamos el auto y después de desayunar arrancamos para Potrerillos. Fue sin mayor novedad, y hasta interesante, porque sin saberlo fuimos vía Tupungato, donde comienza el Camino de la Carrera que lleva hasta Potrerillos, el cual es de ripio y hay que ir despacio, pero se tienen unas vistas espectaculares. Incluso empezamos a ver nieve por los costados del camino y hasta atravesamos por dentro una nube.
El miércoles nos levantamos bien temprano y fuimos a Puquios. En realidad primero paramos en Uspallata, que queda en el camino, y alquilamos equipo para la nieve: algunas cosas para complementar abrigo que nosotros teníamos (botas, pantalones, guantes) y también culopatines para tirarnos por alguna lomita.
Llegamos a Puquios antes del mediodía, y luego de vestirnos/disfrazarnos empezamos a jugar con la nieve :). No sólo tirándonos en culopatín sino también tratando de hacer un muñeco, revolearnos un poco entre nosotros, etc... la cosa sana.
Bien pasadas las dos de la tarde decidimos almorzar. En el predio hay un pequeño restaurant que además de las comidas típicas rápidas (sánguches, hamburguesas, etc) tenían LENTEJAS como plato del día. Con Felu le entramos a las mismas, y fue una gran elección. La macana era que el lugar para comer era al aire libre, y justo había empezado a neviscar. Pero bueno, almorzar pudimos. Después Moni se fue para el auto porque tenía demasiado frío, y les peques y yo nos tiramos algunas veces más con el culopatín, y luego empezamos a regresar.
Paramos un rato en el Puente del Inca para conocerlo (aunque ahora no se puede entrar/cruzar ni acercarse demasiado), luego en Uspallata para devolver el equipamiento, y luego de un largo viaje llegamos a la cabaña en Potrerillos bien entrada la noche.
El jueves arrancamos más lentos, y luego de desayunar tranquiles salimos a pegar una vuelta. La actividad principal de la mañana fue hacer tirolesa (que ahí le decían canopy). El lugar en sí no tenía una gran vista pero la actividad estuvo buenísima (y fue muy divertido hacerla en familia).
Después apuntamos para el lado de Vallecitos con la idea de volver a ver algo de nieve. El camino era tortuoso y de cornisa pero lo recorrimos sin problemas... hasta que empezó a tener algo de nieve y agua. Ahí nos dio un poco de cagazo de seguir (no tengo 4x4 y tampoco iba a poner las cadenas por un ratito para arriesgarnos en un camino complicado) entonces nos quedamos jugando un poco con la nieve en una de las rectas del recorrido.
Todo muy lindo, pero había un detalle: no teníamos ropa de nieve, sólo algo de abrigo normal extra. Ahí nos dimos cuenta lo importante que es la ropa especializada, porque estuvimos diez minutos con la nieve y ya estábamos todos mojados y cagados de frío. Entonces, de vuelta al auto y a la cabaña.
El último día de actividades amaneció bien despejado. Averiguamos y fuimos a hacer una actividad que nos debíamos: cabalgata. Yo ya había hecho cabalgata dos o tres veces en mi vida, pero nunca tan copado como esto. Nos dieron un caballo a cada une, la guia se subió a otro, y fuimos a hacer un recorrido largo por la montaña. A Male al principio la llevaba ella (Male en su caballo, pero la guia lo llevaba de las riendas desde el otro caballo), pero a los cinco minutos como vio que estaba todo bien la dejó libre. La pasamos bárbaro, y entre la ida, un pequeño descanso, y el regreso, estuvimos cabalgando alrededor de una hora veinte. Para recomendar: se llaman "Cabalgatas Potrerillos", están sobre Los Cóndores.
A la tarde hicimos la última actividad. Nos fuimos caminando (unas doce cuadras) a la casita de Hansel y Gretel a tomar la merienda. El lugar es muy lindo, y aunque la especialidad es chocolate con churros tiene una buena variedad de cafetería y cositas para comer.
Y llegó el sábado. Levantarse temprano, cargar todo en el auto, desayunar, partir. Viaje laaaaaaaargo, y como decía arriba, llegar muy de noche (¡ya había oscurecido completamente cuando llegamos a Junin!). Pero todo bien con el regreso.