La semana pasada nos fuimos de vacaciones con la familia. Aprovechamos la primer semana de las vacaciones de invierno y nos fuimos a visitar los Esteros del Iberá.
Esteros del Iberá es un humedal inmenso, en superficie es un octavo de toda la provincia de Corrientes. Forma parte de un sistema aún mayor, que se extiende por Brasil, Bolivia y Paraguay. En función del tamaño y de lo complicado para llegar/moverse es una muy buena reserva para flora y fauna, y eso se expresa en una diversidad notable. Hay partes que son protegidas (parque nacional, parque provincial), partes que no; obviamente por el tamaño que tiene es imposible una vigilancia estricta.
El viaje desde Buenos Aires es largo, y tiene dos partes bien definidas. Hasta Mercedes (Corrientes) es casi todo autovía y se hacen esos 650 kilómetros bastante rápido (aunque nosotros llegamos de noche, y hay toda una parte de la ruta simple bastante en mal estado, sin pintar, etc.). Lo mejor es hacer noche ahí y continuar al otro día, porque los 118 kilómetros restantes están mayormente compuestos de un camino de tierra, enripiado, que tiene muchas zonas con pianitos y otras muy rocosas, con lo cual se tarda bastante en recorrer.
En los esteros mismos nosotros paramos en Irupé Lodge, una hostería linda que no sólo nos solucionaba las habitaciones propiamente dichas sino también las comidas (fuimos con pensión completa) y algunas excursiones. Sí, fuimos a descansar, y eso hicimos :)
A nivel de actividades programadas hicimos avistaje de fauna y flora, donde te llevan en lancha bien entrado en los esteros y el guía te va explicando lo que encuentran (de estos hicimos tres, dos de día en zonas bien distintas, y uno de noche). También hicimos una caminata por un sendero bien demarcado y con cartelitos con explicaciones (aunque íbamos con un guia que nos contaba todo... pero claro, lo mejor del guía es que le podés hacer las preguntas que te interesan).
Nos quedó pendiente una cabalgata, que no pudimos hacer por cuestiones climáticas. Es que los primeros días que estuvimos allá hizo mucho sol y mucho calor, pero los últimos dos días llovió sin parar (y la temperatura bajó unos 15 grados). Así y todo hicimos la lancha nocturna en un momento en que apenas lloviznaba; nos la bancamos. La anécdota acá es que en lancha, de noche, lloviznando y todo, Male se quedó dormida en la mitad de la expedición! :p
También tuvimos otras actividades. Disfrutamos del hogar encendido (los últimos dos días, claro), paseamos un poco por el pueblo, y con Felu aprendimos a jugar a un juego de estrategia donde muchos perros tienen que atrapar un tigre. Bah, él aprendió a jugar y después me enseñó, pero lo interesante acá es que estuvimos un montón aprendiendo la estrategia tanto de los perros como del tigre, razonando juntos y probando cosas nuevas; estuvo buenísimo eso.
El regreso me parecía un riesgo: luego de llover dos días sin parar, me generaba bastante preocupación tener que hacer los 70 kilómetros de tierra. Finalmente no fue tan complicado.
Los primeros cuarenta y pico del regreso eran por el camino más tosco por el enripiado, pero así y todo fue la parte más sencilla ya que al transitar por las piedras y pianito no había riesgo de quedarse en el barro. La segunda parte, que está siendo laburada para armar una ruta, era más plana y se encharcó bastante más, habiendo partes que pasamos medio cortando clavos con los dientes. Pero no pasó nada y llegamos al asfalto sin mayor novedad.
No hicimos noche en Mercedes sino que tiramos hasta Concordia, para visitar familia, y hacer más corto el viaje de regreso el viernes (ya que había que bajar todo del auto y medio acomodar todo, que el sábado Moni tenía actividad y yo tenía que prepararme para viajar por laburo).
Fueron unas minivacaciones muy interesantes, una zona y actividades muy interesantes para ir con niñes, o incluso para ir a descansar, un lugar muy lindo, ¡se los recomiendo!