En enero nos tomamos con la familia un par de semanas y nos fuimos a pasar unas vacaciones en Neuquén. Como siempre, hicimos el viaje en dos días, pero la novedad es que no fuimos solos, ibamos en "caravana de dos autos", nosotros y mi mamá y Diana en el otro.
El lugar base, como en otras oportunidades, fue la casa que se están armando Diana y Gus en Piedra del Águila. Allí estuvimos varios días, e hicimos de todo.
Obviamente, un punto fuerte fue el comer :p. Es que es un clásico: el horno de barro construido por Di es un golazo. Ahí hicimos un pernil de cerdo con verduras, un costillar de cerdo y bondiola, también con verduras (tirar cuatro o cinco choclos con las chalas adentro y dejarlos una horita lo hacíamos siempre!), pizzas caseras, de todo.
Para bajar la comida (?) paseamos bastante. Algunas recorridas sólo para descansar, como un paseito pequeño una tarde al perilago (nos metimos al agua, que estaba linda), o un día en la vera del Río Limay, justo abajo del Embalse de Pichí Picún Leufú, donde también almorzamos. La pasaron bien hasta los perros, Mafalda (como pudo, con las piedras, está muy viejita) y Fidel. Nosotros nos divertimos tirando piedras con Gus, Felu y hasta Male! Y obvio: descansamos, dormimos, caminamos por el agua, etc.
Por otro lado, también hicimos un paseo por los cerros de Piedra del Águila, escalando bastante, paseando por las cimas, esquivando cardos y pinches varios, bajando con mucho cuidado. Male se la re bancó. Felu iba como loco. Estuvo muy bueno, incluso haciendo tanto tantísimo viento en la cima (te hacía perder el equilibrio!).
A nivel de actividades dentro de la casa, se destaca jugamos varios tutes cabrero. Incluso Felipe aprendió a jugar, ¡¡y casi gana uno!! Yo tuve suerte, gané un par, y el último que jugamos lo gané yo solito, porque hice un capote cuando quedábamos sólo tres y estábamos al borde de salir.
También chusmeamos mucho y nos entrometemos en la imprenta, donde Gus trata de trabajar normalmente mientras nosotros estamos visitando. Los chicos se entretienen anillando papelitos, a mí me fascina los automatismos de las máquinas, Moni acomoda e intercala facturas, etc. Pobre Gus.
Los chicos también estuvieron ayudando un poco en la huerta, cosechando unas frutillas caseras (estaban asombrosamente ricas). No faltó un juego de tirarse agua con el regador entre Felu, Male y Gus...
Un día nos lo tomamos y nos fuimos hasta el Chocón, con mi vieja.
Visitamos nuevamente el museo de la ciudad, ya que los niños crecen y aprovechan otras cosas. Y a decir verdad, uno también aprende siempre algo nuevo con cada visita.
Fue una complicación almorzar. Fuimos al restaurant del camping (habíamos ido también dos años atrás y estaba bueno), y nos enteramos que tenían cerveza artesanal: buenísimo! Pero vimos que la carta era muy reducida. Decidimos quedarnos igual, pero a la hora de pedir sólo tenían sánguche de lomo ($250!!), ravioles, y alguna cosita más. O sea, nos tomamos las cervezas y jugos, y nos fuimos.
Encontramos otro restaurant, que parecía supercheto pero igual entramos al predio: en la puerta, en el horario, decía: "abrimos cuando llegamos, cerramos cuando nos vamos". Ok, tenía ganas de dejarles notita de "me voy a dejar mi dinero en otro lado".
Al final pasamos por un almacén, compramos material para sanguchitos, y almorzamos bajo unos arbolitos :)
También hicimos un paseo más largo, esta vez con Diana y Gus. Nos llegamos hasta Villa Pehuenia, donde hicimos noche y casi no paseamos. Visitamos el lago y tomamos unos mates ahí, y comimos rico en un lugarcito lindo.
Al otro día bien temprano nos fuimos para Chile. Tuvimos una espera bárbara para cruzar: tres horas del lado argentino hasta que hicimos todos los trámites. Del lado chileno resolvimos todo en una hora (contando con que tuve que volver a las oficinas argentinas para que corrigieran un número).
Estuvimos un par de días solamente, como para conocer algunos lugares y ver si da para una estadía más larga. Alquilamos una cabaña linda en Villarrica, alejada del centro. El centro de la ciudad es muy lindo, por donde paseamos bastante (hay una graaaaaaaan feria semiartesanal donde compramos cositas lindas para la casa), fuimos a comer, comprar cosas, etc. Había bastante gente.
Uno de los días nos fuimos a Temuco, una ciudad bastante más grande, a unos 80km. Paseamos un rato también por el centro, compramos un par de cosas, almorzamos muy rico (en Vicuña Mackenna 530: unas muy buenas sopas, una de champignones y otra de camarones, y una espectacular lasaña de berenjenas, más una ensalada de verdes), y visitamos un museo mapuche.
Al lado del museo mapuche, en el mismo predio pero al aire libre, había una feria medieval: gente enseñando esgrima con espadas, contando cuentos, vendiendo todo tipo de cosas estilo medieval (ropas, armas, libros, lo que se te ocurra).
Felipe flasheó cuando entró a la feria y vio a una chica con orejas tipo elfo, :), aunque también nos colgamos en la clase de esgrima, y en otro lugar donde había un "duende del bosque" contando un cuento con acertijos.
Al volver a Argentina, del lado de Chile nos hicieron problema porque faltaba un sello (de algo del auto) en los papeles de la entrada al país. Nos faltaba a nosotros, a Gus y Diana, y a otra persona que estaba después en la cola. Se ve que le pifiaron o se olvidaron cuando pasamos dos días atrás. En fin, protestamos un poco y listo, dieron el ok (?). Nosotros apuntábamos a tener 3 o 4 horas de cola del lado de Argentina, como pasó dos días antes cuando nosotros hicimos el camino inverso, ¡pero no había nadie! Se ve que justo al ser domingo a la mañana, zafamos, resolvimos todo en media hora y nos fuimos para Aluminé.
En Aluminé teníamos reservadas dos habitaciones en un hostal que resultó ser bárbaro (Diana y Gus ya lo conocían). Las habitaciones eran lindas, el desayuno casero, pero lo mejor era el parque y las parrillas, y un quincho totalmente comunal (con parrilla interna, heladera, horno, hornallas, microondas y muchas mesas).
Al otro día de llegar hicimos rafting, lo que resultó toda una experiencia! Felu remó un poco y todo, Male iba en el medio y se asustó un toque al romper los rápidos; igual en la mitad del paseo ellos dos se metieron en el rio, conmigo, Diana y Gus. Eso sí, el agua estaba muy fria, por suerte el guia (que era un capo, nos iba contando cosas del rio o de la naturaleza de la región) le prestó una remera a Malena y otra (la propia!) a Felipe, para que no tomaran frío mojados.
Luego del rafting en sí nos quedamos disfrutando la tardecita en el rio, y nos volvimos que yo tenía que hacer unos pollos a la parrilla.
Al otro día ya arrancamos la vuelta a Piedra del Águila, pero en el camino nos desviamos un poco para pasear por el Parque Nacional Lanin (aunque el volcán no se puedo ver mucho porque estaba muy nublado), y luego también fuimos a ver unas pinturas rupestres que casi ni quedaban luego de vandalismos por el humano estúpido.
En Piedra estuvimos un día entero, y ya al siguiente partimos viaje a Buenos Aires, donde llegamos luego de hacer noche en Catriló.
Unas vacaciones bárbaras. Muchas fotos acá.