Es de esa manera que muchas veces describo a Felipe. Y es que una característica del mismo que nos ha sorprendido bastante a Moni y a mí, es que le entra a cualquier tipo de comidas.
Mientras muchos otros niños se niegan a comer cosas más o menos saludables, o se niegan a comer, directamente. Felu no le hace asco a nada. Sí, obviamente, no come de todo todo el tiempo, e incluso a veces no quiere almorzar o no quiere cenar, etc. Pero luego compensa, y la verdad es que no nos preocupa... sí, a veces come poco, pero a veces come más que Moni o yo mismo.
Y cuando come, come. Mientras otros chicos no comen verduras, Felu le entra a los rabanitos crudos como si fueran caramelos, ama el tomate, come pepino con locura, y hasta lechuga más o menos condimentada (que es complicada de comer, porque se te pega en el paladar).
Mientras otros niños o adultos no comen proteína animal, a Felu le encanta la carne. Y come hamburguesas caseras (que son "fáciles" de comer), o bondiola de chancho hecha la parrila, o "carnecita rica" como el otro día le decía a una entrañita que le había hecho en el hornito eléctrico. Y mientras algunos son "delicados" para comer, Felu te ataca un hueso de pollo como perro hambriento, o te come morcilla sin movérsele un pelo (mientras conozco a muchos adultos que les da asquito).
Me acordaba de todo esto sentado en el avión, en el vuelo de Rio de Janeiro a Caracas, mientras almorzaba la típica comida de avión que no es "pollo" ni "pasta": un estofado con arroz y alguna verdura. En ese caso no estaba nada mal, el estofado incluso tenía como una o dos rodajtas de champignon y todo. El punto es que la verdura era brócoli, que yo antes no comía.
En general, en mi vida, no recuerdo demasiadas cosas que no me meta en la boca (bromas sexuales aparte). No me gusta el coliflor, por ejemplo. La remolacha me parece algo sin sentido y tampoco la elijo nunca. El repollo me sabe a telgopor, pero si está en un puchero o en una ensalada le entro sin problema. Recuerdo que de chico no me gustaba la cebolla, pero eso era más la textura que el sabor: mi vieja hacía pizza de cebolla, yo le sacaba la cebolla de arriba, y comía la masa con el gustito bárbaro que le dejaba.
Y hasta hace un tiempo, no te comía brócoli. No me gustaba. O mejor dicho, de las veces que lo había probado, ni fú ni fá, más menos que más. Pero Lucio me hizo probar varia veces pastas con brócoli. Y Lucio sabe cocinar bien, pero además las pastas le salen particularmente bien, y me hizo que le agarre gustito al brócoli.
Y esa vez en el avión, le entraba al brócoli hervidito con un poco de sal y pimienta, y estaba buenísimo.