Después de los días que pasé en Barcelona por trabajo (AllHands y UDS), me tomé una semana de vacaciones. Moni hizo lo mismo, con lo cual tuvimos un lindo paseo los tres (contando a Felipe) por esta ciudad.
Moni llegó el sábado a la tarde, pero no hicimos nada en particular, ya que ella venía bien cansada: pasamos por el super y compramos varias cosas para la heladerita del apart hotel en el que estábamos, comimos, y nos fuimos a dormir temprano.
Al otro día salimos temprano, pasamos por el Arco del Triunfo, un parque con un lindo monumento azulejado, y luego encaramos para el Parc de la Ciutadella. La idea era recorrer una feria que había visto el domingo anterior, pero esta vez no había nada por el estilo. Moni no se sentía del todo bien, así que volvimos al hotel a media tarde, y ya nos quedamos allí.
El lunes arrancamos tarde porque Moni tenía que terminar unos informes de un curso que está haciendo. Arrancamos la mañana visitando La Sagrada Familia, uno de los monumentos arquitectónicos de Gaudí (que lástima que sea una iglesia...). Luego fuimos a la Barceloneta, justo para comer en un lugar que estuvo bárbaro (el truco de preguntarle a algún local). Luego del almuerzo seguimos paseando cerca del mar, especialmente por las playas. Es rara la combinación de playa cerca del centro de la ciudad... uno está acostumbrado a la ciudad grande sin mar, y a la playa en ciudades pequeñas. Las playas mismas también eran raras: no sólo por la arena mucho más gruesa que las de Argentina, sino también por el topless de buena parte de las féminas.
Al volver de las playas, atravesamos la zona de edificios de la Barceloneta, y con agrado nos encontramos la sorpresa de que había varias comparsas desfilando por las callecitas. Nos las quedamos viendo un rato, pero luego ya volvimos al hotel, porque al otro día había que levantarse temprano.
El martes fuimos a una pequeña ciudad a menos de una hora de viaje: Badalona. Entre que no salimos tan temprano, que le pifiamos a un tren, y que paseamos un poco al llegar, se hizo la hora de almorzar. Elegimos un barcito muy chiquito, muy de pueblo, en el cual nos atendieron muy bien.
Luego fuimos a la playa (muy similar a la anterior), donde nos quedamos bastante, esta vez tomando sol y todo. Al ser más chica la ciudad, y no ser día festivo como el lunes, había mucha menos gente, así que estuvimos más que tranquilos. Cuando el sol empezó a caer, juntamos las cosas y nos fuimos a tomar el tren: llegamos al hotel super cansados...
Al otro día, luego de pasar por unos negocios de computación averiguando algunos precios y comprando un pen drive, fuimos al parque de Joan Miró. Lástima que la biblioteca estaba cerrada, pero el resto del parque estaba muy bien... pasamos por los juegos, toda una zona muy linda de plantas, y terminamos en la obra de arte principal:
Luego almorzamos en un barzucho de por ahí, y emprendimos la subida a Montjüic. Caminamos un rato por los caminitos internos, hasta que llegamos a la Fundación Miró, a la que Moni tenía ganas de ir. La verdad que no estuvo muy bueno... tenían tres o cuatro cosas interesantes de Miró, y terminamos pasando más tiempo en la biblioteca del lugar (exclusivamente dedicada al pintor/escultor) que en otro lado.
De la zona nos fuimos en funicular: una especie de tren medio subterráneo que bajaba a unos 30 grados de pendiente, hasta combinar con una estación de metro abajo en la ciudad. De ahí derechito a casa, que el jueves iba a ser un día largo.
Es que al otro día nos fuimos a Tarragona, donde Tere nos recibió y ayudó durante todo el día (pero no se pudo quedar con nosotros porque había tenido un pequeño accidente de moto tres días antes, y no se podía quedar sentada o parada mucho porque le dolía).
De la estación de tren nos llevó a la playa Sovinosa, en la que nos quedamos toda la mañana, hasta pasado el mediodía. La playa era muy linda, formada por una pequeña bahía, con arena muy muy fina. Además, era mitad playa normal y mitad playa nudista, así que aproveché para tomar sol completito, :)
Tere nos pasó a buscar cerca de la playa, y nos llevó a su casa, donde nos pegamos un buen baño, y comimos una picadita muy rica mientras charlábamos. Cuando ya estábamos sin arena y listos para encarar el resto del día, nos llevó a pasear un rato por Tarragona, terminando en un restaurant muy lindo donde comimos una paella de mariscos que estaba genial.
Luego, con la panza llena, salimos a caminar por la ciudad, hasta que no dimos más del cansancio, y nos sentamos a tomar algo en un bar, por donde nos pasó a buscar nuevamente Tere para llevarnos a la estación. ¡Gracias Tere por toda la ayuda, lástima que no pudiste quedarte con nosotros todo el día! Volvimos a casa realmente rotos, derechito a dormir.
El viernes el día arrancó gris, amagando lluvia. Fuimos caminando hasta La Pedrera, una de las obras civiles más lindas de Gaudí. Entramos y fuimos derechito a la terraza, antes de que la cierren por lluvia, y luego recorrimos el resto del edificio. Luego volvimos al hotel, y llegamos justo, ya que a los diez minutos de entrar se largó a llover mucho...
Nota aparte sobre Gaudí... me encanta el arte que tiene, y la ingeniería con que arma sus obras arquitectónicas. Pero me entristece como durante su vida pasó del cooperativismo a la burguesía, convirtiéndose también al catolicismo. Esto se ve en la evolución de sus obras, pero yo lo repito acá con la autoridad de haberlo leído en una de las infografías del museo dentro de La Pedrera.
Al atardecer salimos a pasear más por el centro. Encontramos un mercado muy bueno, el Mercat St. Josep, con mucha variedad de frutas, verduras, carnes, pescados, mariscos, dulces, embutidos, de todo. No compramos nada, porque ya se nos acababa la estadía... ¡lástima que no lo descubrimos antes!
Luego de caminar un rato por las callejuelas del Barrio Gótico, encontramos un lugar con una linda onda como para cenar. Resultó ser comida vasca, y la verdad que estaba muy bien (no sólo la comida... el lugar era bárbaro). Después de comer, un poco más de paseo, y a dormir.
El sábado, último día en Barcelona, arrancamos temprano para terminar temprano. Recorrimos bastante del Park Güell, y después enfilamos para el centro, al Museo Picasso. El museo estaba bastante bien, aunque podría ser más barato (y nosotros podríamos haber sabido que el primer domingo de cada mes es gratis...). Me gusta Picasso, pero también confirmé que no me gusta el cubismo.
El domingo nos levantamos muy temprano, terminamos de armar todas las valijas, y a las siete estábamos saliendo para el aeropuerto. Luego de un corto e incómodo viaje llegamos a Madrid, con algo de demora, pero a tiempo para encontrarnos con Javi y Cheli, que nos esperaban en la entrada del Museo del Prado. Igual no entramos directamente, porque resulta que cambiaron las reglas y ahora los domingos es gratis luego de las 17 horas...
Así que nos fuimos a pasear por toda la ciudad, comimos algo rico por ahí, seguimos paseando y caminando, fuimos al Museo, seguimos paseando, así toda la tarde. Ya cayendo la noche, nos metimos en un bar, donde tomamos algo y nos quedamos charlando hasta que fue la hora de irnos.
Nos tomamos el metro hasta el aeropuerto, y el avión a casa. Finalmente, ¡en Argentina de nuevo! Se extraña el hogar, y eso que estuve afuera sólo tres semanas...