No es la primera vez que hago el comentario "¿en cuantos paises del mundo uno puede tener una noche como esta?". El miércoles a la noche me volvió a pasar.
Es que estaba con Moni en un lugar tranquilo, comiendo buena comida, saboreando un rico vino, y presenciando un espectáculo que no se da fácil en otros lados del mundo.
No sé si es que los chicos son de acá, o es parte de la riqueza cultural de la ciudad de Buenos Aires, pero estar en un lugar con unas 30 personas, presenciando un espectáculo que recorrió Europa (Francia, Suiza, Italia, Inglaterra, etc.), para mí es un lujo.
Encima, un par de detalles maravillosos. Que un amigo de esta gente, que se enteró que tocaban justo ese día, pasó por el lugar, cantó un par de tangos, y se fue para otro lado (él mismo daba un show en otro lugar). O qué mientras uno o el otro no tocan, se sientan ahí, al lado tuyo, en una mesita, casi tomando un vino con vos. O que después te podés quedar charlando con ellos, porque la onda es así.
La verdad, salí súper contento de ese lugar. Eufórico. Y voy a tratar de ir a verlos más seguido.
Todo este post hace referencia a Demoliendo Tangos (ya hablé sobre ellos aquí).
Este miércoles estuvieron obviamente Luis Longhi en bandoneón y actuación, y Federico Mizrahi en piano y dirección musical, y también Christine Breves en violín y Jorge Bergero en violoncello. El que pasó, saludó, cantó dos tangos y salió corriendo fue el Chino Laborde.
Un lujo.