Hace muchos años, yo vivía una vida que era otra. Esa vida, entre otras cosas, implicaba que para ir a trabajar tuviera que tomarme el subte E, de punta a punta.
Agarrar algo que es malo, y no encontrarle el lado bueno, sino generar algo bueno a partir de eso malo, es una de las maneras de ser feliz. En mi caso, y con respecto al subte, yo aprovechaba esos 22 minutos más espera para dormir o leer, en función de cuan despierto estuviera para leer.
En algunas ocasiones, intenté escuchar música, pero el subte en Argentina no es lo más aconsejable, ya que el volumen necesario para poder escuchar la música por arriba del ruido de las maquinarias es absurdo (al menos en el E).
Y un día intenté escribir. La idea me vino luego de leer Un saco de huesos, de Stephen King, en donde el protagonista es un escritor. Y a mi me dieron ganas de escribir. Agarré, entonces, un bloc de hojas y una lapicera, y comencé a aprovechar mi tiempo de viaje escribiendo.
No era que se me había ocurrido la historia de mi vida. No era que tuve una epifanía sobre un mensaje a transmitir. No era que el propósito de mi vida tuvo un giro. No. Quería experimentar qué es eso de escribir. Y escribí algo.
Luego de muchísimas correcciones (gracias a todos aquellos que lo comentaron), quedó una versión final con la que estoy satisfecho, y que incluso llegué a registrar en el Registro de Autores.
Ese algo se llama Hielo Rojo, y quiero compartirlo con ustedes por este medio.
Mi idea inicial es dejar aquí un capítulo cada quince días aproximadamente. Para no hacer demasiado monótono el texto, quizás busque algunas imágenes que ponerle, y para facilitar la inclusión en esta estructura, voy a ponerle nombres a los capítulos. Aviso ambas cosas porque en el original no hay imágenes, y los capítulos son sólo numerados.
Espero que lo disfruten.
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Fue despertando lentamente. Había tenido nuevamente ese sueño recurrente, al igual que en las dos últimas semanas. Sólo que esta vez había sido más vívido.
Pidió una bebida y preguntó por el menú de comidas, pero la computadora le respondió que no podía consumir sólidos, sólo líquidos hasta media hora después de despertar. Era quizás por eso, para controlar esa etapa sin problemas, que los despertaban casi una hora antes de llegar.