Uno sabe que los amigos están. Pero cada tanto me dan ganas de ver a uno, o al otro.
Es verdad, tengo un par que me debo verlos de hace rato, y voy a llamarlos en cualquier momento para juntarnos. El jueves me di el gusto con Diegote.
Yo me había rajado temprano de la oficina para ir a renovar el pasaporte y la cédula a la Policía Federal, ahí sobre Azopardo, entre la Facultad de Ingeniería y el Buenos Aires Herald (que son las dos referencias que me sirven a mí, si no se ubican compren una Filcar). No volví directamente a casa, porque como Moni tenía clases particulares en Villa del Parque, agarré la 9 de Julio y subí por Córdoba.
Pasando la Facultad de Medicina, había un lugarcito que fue dónde fuimos a jugar al pool por primera vez con Diegote (allá por ¿Marzo? del 2000). Y la verdad es que venía medio sensibilizado porque a la mañana nos cruzamos con Lá, una amiga de Moni, entre las cuales se profesan una amistad que me encanta.
Entonces, como estaba cerquita de la casa de Diego, lo llamé, sabiendo que él normalmente sale a las cuatro de la tarde porque entra temprano a laburar. Dicho y hecho, lo agarré en el subte, y arreglamos de encontrarnos al rato en un bar que está sobre Federico Lacroze, un bar muy lindo que es también museo de cámaras fotográficas.
Y nos colgamos charlando durante dos horas. Tanto que ni al pool jugamos. Y la charla estuvo muy bien, y de mil temas porque hace rato que no nos veíamos.
La verdad, uno de esos encuentros que no estaban planeados pero lo dejan a uno contento por varios días, :)