El fin de semana fue de parranda. Comprenderán que a uno no le gusta esa vida, pero como en la semana me iba a Chile, necesitaba acostumbrar a mi cuerpo a otro horario para contrarrestar el enorme efecto jet lag del viaje a Chile (de dos horas, ;).
Así que el viernes comenzó con Silver Star, un pool en Liniers que en horas tempranas está muy bueno (el ambiente, la música y los precios casi que me obligan a repetir algún pool ahí), pero que tirando a la madrugada se vuelve demasiado boliche y se llena de gente al punto de que a uno le den ganas de comenzar una masacre (eh... les dije que había visto Sin City, ¿no?).
El sábado a la noche asistí al fantástico cumpleaños de Lucas (felices 22). Y digo fantástico porque hubo muy buena música, estuvimos preparando unos tragos bárbaros, y el frío aguantó para que se pueda hacer medio al aire libre. Y además, ¿en cuantos cumpleaños puede haber en un momento un grupo de gente montando un disco IDE y tratando de que el Linux lea la partición NTFS?. Nada, espectacular.
El domingo a la noche, para completar el finde, fui al cumpleaños de Nati (EDITADO: la url no existe más) (felices 21), el cual estuvo muy bien (a pesar de la música, que sólo en algunos momentos estuvo buena, y siempre gracias a la intervención de Chena (EDITADO: la url no existe más)). Así y todo la pasamos muy bien, alternando el estar afuera con el estar adentro (afuera hacía mucho frío, pero era donde estaba la joda). Notable lo poco que se de geografía sudoeste, Lavallol para mi estaba en la otra esquina del infinito, pero el viaje de vuelta duró solamente 20 minutos (ojo, a las seis de la mañana con la mayoría de los semáforos de Camino de Cintura titilando, pero igual).