Trabajando en New York

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Toda la semana pasada estuve también de viaje, aunque no de placer, sino de trabajo. De sprint, bah, como tantas otras veces.

Esta vez tocó New York, una ciudad bastante grande y conocida, pero a la que yo no había ido nunca. Así y todo de ciudad cosmopolita y una de las más "importantes" del mundo (atenti a las comillas) yo no tenía demasiada expectativas con el viaje.

Es que, como dije antes, era por laburo. Entonces uno no se arma de lugares para visitar y pasear, ya que no hay demasiado tiempo, normalmente. En este caso tuve la suerte que el horario de laburo fue 8:30-17:30, y sumado a que recién arrancaba el otoño, había luz bastante rato al salir cada día, entonces pude pasear más de lo que preví.

Restringido a adultosViejo taxiMuchos carriles en el subte

Como me gusta a mí, estuve caminando un montón. Yendo de un lado para el otro, mirando la gente, etc. El domingo que llegué, ahí nomás, estuve caminando una hora sólo para llegar al restaurant donde íbamos a almorzar con Naty, Matias, y una pareja amiga de ellos.

Por otro lado, no me moví demasiaaaaaado de donde estaba el hotel. O sea, algunos kilómetros para acá, algunos kilómetros para acá, pero (casi) no salí de la isla de Manhattan, que es como la parte más monona de Nueva York.

Esquina típicaEstación Central

Mis primeras impresiones fueron... digitales. No, digo; mis primeras impresiones fue que había demasiada gente y demasiado ruido. Después me di cuenta que la ciudad huele feo, por todos lados, todo el tiempo. Y es cara, y hay poca luz.

En otras palabras, no me gustó New York. No todo es malo, eh. Tiene un parque fantástico (ver abajo), una vida cultural buenísima, la comida es decente (lo cual es bastante, para ser Estados Unidos), buenos bares, y un par de detalles más, pero en general, es una ciudad que no disfruté como otras.

Todo esto no evitó que pasee y conozca.

Contraste entre dos edificios

Una de las tardes me fui a caminar un rato por Chinatown (el barrio chino, bah... me quedo con los de Londres y Buenos Aires), que está pegado a una zona llamada "Little Italy" (Pequeña Italia), que tiene una interesante variedades de lugares para comer italiano. No me quedé por esa zona, porque mi idea era cenar en un local clásico de Nueva York: Katz.

Aunque es un restaurant famoso por ser sede de escenas de varias películas (la más famosa quizás fue el escandaloso orgasmo fingido por Meg Ryan en Cuando Harry conoció a Sally), mi intención era ir allí porque es uno de los mejores lugares para comer pastrami.

Barrio ChinoPastrameeeeeeeeeeeee

No me volvió loco, el pastrami. Si lo tengo que describir, piensen en una tapa de asado ahumada y cocinada muy lento, tanto que se deshace completamente, con un sabor que parece un embutido rico. Fue algo totalmente nuevo para mí, a nivel comida: objetivo cumplido.

Algo que sí me gustó bastante fue el Central Park. Un espacio verde enorme, ahí en el medio de la ciudad, de los rascacielos y las avenidas. Como los bosques de Palermo, podrán pensar... bueno, como para ponerlo en perspectiva, el Central Park es OCHO veces más grande que los bosques de Palermo.

El viernes cortamos el laburo a la 4, y yo aproveché el extra de luz y me fui para el parquecito. Llegué rápido (estaba a unas 10 o 15 cuadras) y estuve caminando hasta que se hizo de noche. Lo crucé a lo ancho, y no llegué ni a la mitad longitudinalmente hablando, pero todo lo que ví me gustó: un bosque, básicamente, con senderotes, senderos y senderitos, iluminado y cuidado.

Parque CentralBiblioteca de New York

El sábado tenía varias horas para pasear. Con Ricardo y Maxi nos tomamos un subte hasta el sur de Manhattan, y de ahí un ferry hasta la isla de enfrente, un paseito corto y piola para sacarle unas fotos a la Estatua de la Libertad. Cuando volvimos pegamos una vuelta por la parte financiera (Wall Street y eso), nos acercamos hasta el puente de Brooklyn (el cual empezamos a caminar, pero no cruzamos), y luego enfilamos para pegar un par de vueltas al Barrio Chino y a la Little Italy, donde merendamos en un café muy bueno (yo probé un capuchino y un cannolo a la siciliana, impecables).

En tu cara, toroManhattan, desde el ferry

Después no mucho más. Subte de vuelta al hotel, agarrar las valijas, juntarnos un grupito e ir a la parada del NYC Airporter, el micro que nos llevó al aeropuerto, checkin, espera, viaaaaaaje, y casita :).

Todas las fotos, acá.

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