Vuelta a Concordia

Este fin de semana largo no pasó desaprovechado bajo ningún concepto: con Moni tomamos la ruta (nunca encontré una expresión tan buena como "hit the road"), y partimos para Concordia.

Ultimo viaje posible antes de las fiestas. Fin de semana largo, pero sólo tres días. Igual decidimos tomárnoslo con calma.

El jueves a la noche fue movido socialmente. Moni tuvo la fiesta de egresado de Manuel Halm (egresó de la primaria, Moni había sido su maestra de sala de 3, :), y luego junto partimos para Flores donde nos encontramos con gente del Centro de Supervisión de Movistar, Diego (a.k.a. El Gato), Roxi, Ariel Martinez, y dos vagos más de los que no me acuerdo el nombre. La cuestión es que nos acostamos como a las dos de la mañana con bastante cerveza encima.

No es un buen prospecto como para levantarnos seis y media de la mañana y salir a manejar, ¿no? No.

Primero, nos levantamos a las nueve. Tranqui. Y preparamos todo. Y desayunamos. Y etcétera. Terminamos saliendo a las once y pico. Al sol no le temíamos (¡aguante el aire acondicionado!), la idea era pegarle derecho. Pero no pudimos cargar nafta al salir, así que tuvimos que parar faltando unos 200km para echarle nafta al tanque.

Y eran como las dos de la tarde: aparte de nafta al tanque teníamos ganas de echarle algún sólido al estómago. Vimos una parrillita en la estación de servicio, pero por recomendación del playero fuimos a otra que estaba unos kilómetros más adelante. La verdad, muy buena comida. Parrilla libre (aunque por la hora sólo quedaba asado, chorizos y morcillas), ensalada, tortilla, y la panza llena para seguir el viaje.

Terminamos llegando a Concordia como a las cinco de la tarde. Un desastre. Nosotros chochos. Pasamos por la radio de César para buscar las llaves de la nueva casa que habían alquilado él y Sandra, así bajábamos las cosas del auto, y terminábamos de llegar.

La casa, una hermosura. Aunque los chicos dicen que tiene detalles de construcción, la realidad es que está muy linda. Y ellos tienen lindos muebles, así que estaba todo muy bien.

La casa de los chicos

Quiero destacar, antes de seguir escribiendo y quizás olvidarme, de la maravillosa hospitalidad que nos brindaron los chicos. Mil gracias.

Sigo, entonces. Bajamos todo del auto y partimos a lo de la tía de Moni. Nos quedamos un ratitito nomás porque ella ya estaba saliendo para misa (parece que era un día medio religioso, el viernes, o algo). Entonces volvimos a la casa, nos acostamos un rato, nos pegamos un baño, y estábamos listos para todo.

El "todo" era pasarla bien, así que basicamente esperamos a los chicos, charlamos a morir, nos comimos una pizza que estaba muy rica, y ¡a dormir! (tanto César como Sandra trabajaron ese viernes y trabajaban el sábado).

Los cuatro en el patio

Al otro día nos levantamos bien temprano, como siempre, aunque quizás un poco demasiado considerando que estábamos de vacaciones: a las ocho y cuarto estaba haciéndome un mate. Moni se levantó un toque después, desayunamos, jugamos a las cartas, y luego de boludear un rato partimos para Salto Grande, Uruguay.

La vez pasada no me habían dejado pasar, porque saltó que me buscaba la DEA por una causa de contrabando en Bolivia (mentira, tenía la cédula vencida y no había llevado DNI). Esta vez no tuvimos mayor problema, y llegamos al centro de Salto a eso de las 12:45 de Uruguay, que están una hora adelantados con respecto a nosotros.

Camino y cielo

Todo muerto, no había nada. Muy pocos negocios abiertos, incluso había muchos cerrados aunque por el horario deberían haber estado abiertos. Suponemos con Moni que es porque era puente en el feriado, no sé. La cuestión que estuvo feote el paseo (hasta que fuimos a almorzar, jejeje).

Pegamos entonces el retorno, pero no volvimos al centro de Concordia, sino que nos quedamos en el lago. Lectura a morir, siesta, música suave, tranquilidad.

En el camino de vuelta pasamos por el supermercado y por un bazaar, porque queríamos regalarle algo a los chicos para la nueva casa, y decidimos comprar un pollo y hacerlo a la parrilla. Sandra tenía la fiesta de fin de año de su trabajo (Megatone), así que no cenó en casa, pero estuvo charlando con nosotros hasta que se fue, mientras César hacía el fuego, y eso.

Descansando en el lago

Con Moni teníamos ganas de salir un rato, pero se terminó haciendo la una de la mañana, estábamos molidos, y nos fuimos a dormir. Al otro día nos levantamos más tarde, y los chicos no tenían que trabajar. César salió un rato con la hija, y nos quedamos desayunando con Sandra, planeando lo que íbamos a hacer luego. Decidimos ir todos a comer a lo de la Tía Rosa, y partimos a comprar ravioles. El almuerzo estuvo muy rico, pero nosotros no nos podíamos quedar toda la tarde, porque teníamos que tomar el camino de regreso.

¿Les dije que fue un finde tranquilo? Bueno, al punto que después nos echamos otra siestita, preparamos todo, nos tomamos unos últimos mates con Sandra y César, y salimos a la ruta como a las cinco y media de la tarde, luego de cargar nafta. Volvimos sin problemas ni demoras, y a las diez y media de la noche ya estábamos acá para irnos a dormir temprano, ;)

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